Al hablar el pasado martes con los integrantes del taller de Educación Ambiental y Diversidad Funcional sobre qué era lo que más les había gustado del día, la respuesta fue única y la misma para todos: la sonrisa de Antonio.

Antonio es un chico de 15 años con autismo que lleva ya 4 sesiones con Álex Muñoz, terapeuta ecuestre de la Granja Escuela de Aldeas Infantiles SOS. Su evolución y mejora ha sido considerable en pocos días, y parece que la cosa va a ir aún mejor. La familia de Antonio veía casi imposible el que se subiera a un animal, sobre todo por el gran miedo que le tiene a los caballos. Álex recalca la gran importancia de estos, que al final se convierten en “coterapeutas” y no en herramientas, como muchos piensan. Además, insiste en que los niños con diversidad funcional no son conscientes de que están en una terapia, por lo que siempre quieren volver, al considerarlo un juego y no un “rollo”.

“La primera sesión fue muy dura”, dice Álex. Al montar en Bimba a Antonio, comenzó a gritar, a pellizcar, a pegar e incluso a autolesionarse. Enseguida su padre y el terapeuta tuvieron que bajarlo a la fuerza, pero pasados unos minutos consiguieron que se tranquilizara y lo volvieron a subir. El cambio fue instantáneo: Antonio estaba calmado e interactuaba con el caballo. Acto seguido la emoción invadía a su padre, que no podía contener las lágrimas; y Álex estaba satisfecho y tranquilo de que el trabajo hubiese salido bien.

Terapia Ecuestre

Haciendo una terapia ecuestre

Ya enseguida a partir de la tercera y cuarta sesión (en la que el grupo de Diversidad Funcional del Campo de Verano participó) se empezó a notar la diferencia con respecto a la primera. Antonio llegó el otro día con ganas, sin miedo y acompañado de toda su familia, que no podía creerse el verlo subido a un animal. Acarició a Bimba, se comunicó con ella y estuvo muy participativo. El paseo fue muy emocionante y su abuela y su tía, que no paraban de elogiar y agradecer a Álex y al taller su ayuda, se llevaron una gran sorpresa. Su niño ya no era el mismo.

Ahora Antonio y su familia pueden salir con tranquilidad a la calle e ir a sitios que antes eran impensables. Aún quedan muchas más sesiones que servirán para continuar con ese gran progreso que ha experimentado, y estamos seguros que Bimba estará encantada de volver a encontrarse con él.

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